miércoles, 19 de septiembre de 2018

Miguel Ángel Asturias, El señor Presidente

"Miguel Ángel Asturias nació en Ciudad de Guatemala, 19 de octubre de 1899 

Su familia se trasladó al pueblo de Salamá en desacuerdo con el dictador Manuel Estrada Cabrera, allí comenzó sus estudios primarios. Volvieron a Ciudad de Guatemala en 1908 y Miguel Angel terminó la complementaria en el colegio del padre Pedro Jacinto Palacios, y en el Domingo Savio. Estudió bachillerato en el Instituto Nacional Central para Varones, posteriormente ingresó en la Facultad de Medicina, carrera que abandonó para cursar Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San Carlos. 

Fue uno de los fundadores, en 1922, de la Universidad Popular de Guatemala. Se graduó en Derecho y realizó su tesis sobre "El problema social del indio.”, que ganó el premio Gálvez y fue publicada en 1924, año en que viajó a Londres para estudiar economía política, y posteriormente a París. Tras o cual viajó por Italia y España, Egipto y a Palestina. En 1933 regresó a Guatemala pasando por España y Nueva York.

En 1939 se casó con Clemencia Amado, y en ese mismo año falleció su padre. El matrimonio tuvo dos hijos: Rodrigo y Miguel Ángel. Se divorció de su mujer en 1947.

En 1942 salió elegido diputado en Guatemala. Posteriormente fue nombrado embajador en distintos países sudamericanos. Fue nombrado en 1945 Ministro Consejero en la Argentina, en 1950 se casó en Montevideo con Blanca Mora y Araujo. En 1953 fue nombrado Ministro Consejero en París. En 1954 se exilió. En esta etapa conoció a Fidel Castro y fue invitado al primer aniversario de la Revolución. Se instaló en París como presidente del Pen Club francés y obtuvo el premio Lenin de la paz.

El 19 de octubre de 1967 le fue concedido el premio Nobel de Literatura. Murió el nueve de junio de 1974 en París.

Novelista y cuentista Miguel Ángel Asturias se interesó muy pronto por la mitología indígena, lo telúrico. Publicó Leyendas de Guatemala en 1930 en torno a mitos y leyendas nativas y mestizas, y en su célebre novela El señor Presidente retrató a un típico dictador latinoamericano con el fin de denunciarlo. Hombres de maíz es reconocida por muchos como su obra maestra.


Bibliografía
Leyendas de Guatemala (ed. Alianza, Madrid), 1930
El señor Presidente (ed. Alianza, Madrid), 1946
Hombres de maíz (ed. Alianza, Madrid), 1949
Viento fuerte (ed. Alianza, Madrid)), 1950
El Papa verde ( ed. Alianza, Madrid)), 1954
Week-end en Guatemala (ed. Alianza, Madrid)), 1956
Los ojos de los enterrados (ed. Alianza, Madrid)), 1960
El alhajadito, 1961
Mulata de tal (ed. Galaxia Gutenberg), 1963
Cuentos y leyendas (ed. Galaxia Gutemberg), 1965
Clarivigilia primaveral, 1965
El espejo de Lida Sal (ed. Siglo XXI), 1967
Maladrón (Epopeya de los Andes verdes), (ed. Alianza, Madrid), 1969Viernes de Dolores (ed. Alianza, Madrid), 1972
América, fábula de fábulas, 1972

Premios
Premio Lenin de la Paz 1966
Premio Nobel de Literatura en 1967"


"En la posmodernidad que vivimos, en que se reconoce el arte por designación, aún se mantiene la creencia de que el arte, para serlo, debe ser bello. Sin embargo, hay obras que no necesariamente lo son, especialmente las que tienen inspiración directa en la realidad, y la realidad latinoamericana no es bella. Es el caso de El señor Presidente.
A partir de la historia que le corresponde vivir, Miguel Ángel Asturias escribe sobre uno de los dictadores de su época, de tal manera que transforma la realidad histórica en otra realidad: una mágica y literaria; no en la bella literatura que se puede inscribir como tal en una estética tradicional, sino en la literatura descarnada de la estética de la dictadura. La de Asturias es una obra escrita con un lenguaje popular, musical, sonoro y culto —en la posmoderna acepción del término—, con una prosa que refleja mágicamente la realidad cruel y tormentosa de un país innombrado.

Lenguaje y ritmo

Salvo que seas un asiduo lector de literatura, la novela no te cautiva cuando la lees por primera vez. Es comprensible, al leer, que lo primero que busques sea entender la trama pero —sin demeritar la historia relatada—, la riqueza de este texto en particular está en el lenguaje. No es lo que dice, es cómo lo dice; lo cual no es nada nuevo pues de eso se trata la literatura. Sin embargo, en esta novela el lenguaje es tan importante que lo puedes considerar un personaje dentro del texto. Los otros personajes giran en torno y dentro de él. El narrador omnisciente habla, describe, conmueve con la sonoridad del de la puesta en escena. Asturias logra una narración coherente en un discurso rico en sonidos que, en apariencia, poco o nada tienen que ver con la historia dura y cruda. Y sin embargo la enriquece.

En esta novela el lenguaje popular es fielmente reproducido, lo que revela el buen oído de Asturias, como cuando Cara de Ángel llega a visitar a don Juan Canales y éste lo recibe así: — "¡Pase adelante, tenga la bondad, pase adelante, por aquí, señor, por aquí, si me hace el favor! ¿Y a qué debemos el gusto de tenerle en casa?" Estas son, más o menos, las palabras que se utilizan en los hogares guatemaltecos para recibir visitas. Pero tener buen oído y reproducir en el texto el lenguaje popular no lo hace único. De hecho, esta es una característica normal —no extraordinaria— de los buenos escritores [...]

Hay otro elemento que enriquece el texto, me refiero al ritmo. Siendo novela, la narrativa se ve sostenida por un ritmo interno particular que en ocasiones nos remite al Sóngoro cosongo de Nicolás Guillén. Sí, es cierto, lo de Guillén es poesía y lo de Asturias es prosa, pero la continua recurrencia al lenguaje sonoro, rítmico, hermana ambas obras

Escuchemos al aldabón sonar: …y con ahogo y alarma aldabeó una y muchas veces más. ¡Ton-tororón! Ya no quitaba la mano del tocador... ¡Tororón-ton, tororón-ton! ¡No podía ser! Ton-ton-tonton-tontontontontonton tontontontontontontontontonton...

En algunos párrafos, el lector puede dejar la trama en segundo término y dejarse llevar por el ritmo de las palabras, el olor de los colores descritos o al ver los sonidos que salen de sus páginas. Los sonidos que se escapan te llevan a otras sensaciones y así, en cascada, la onomatopeya y la sonoridad te generan un efecto sinestésico, y de pronto te das cuenta ellas también son protagonistas[...]

La trama de la novela
Tradicionalmente se considera a esta novela dentro del apartado Novela del dictador, no deseo reconocer esta clasificación como género pues la misma pretende referirse únicamente a los dictadores latinoamericanos y no solo en América Latina han habido dictadores. Entre el esclavismo y la finalización del medioevo está Julio César, Napoleón Bonaparte y muchos entre ellos; solo en el siglo XX está el fascismo de Hitler, Mussolini y Franco; aquí también encontramos a Mao Zedong, José Stalin y Kim Jong-un, quien llegó al tercer milenio; Hussein, Gaddafi y Mubarak, también del siglo XX; y solo por mencionar unos cuantos. Algunos de estos personajes históricos ya han inspirado una o varias obras literarias. Solo la Historia de la literatura fascista española tiene dos volúmenes y 1,344 páginas. Y no todo lo escrito como literatura es bueno, por eso prefiero hablar de la Estética de la dictadura para referirme a lo literariamente valioso, sea latinoamericano o no. Dejo la categoría de Novela del dictador para ser utilizada por los críticos literarios.


Entre la realidad y el sueño se revela Manuel Estrada Cabrera en la obra de Asturias. El leitmotiv de la novela es un personaje histórico concreto, un abogado liberal guatemalteco originario de Quetzaltenango quien llegó al poder tras el asesinato de su predecesor y luego, de manera fraudulenta, fue reelecto cuatro veces y gobernó durante veintidós años. En la novela aparece al fondo de la historia, no es una presencia clara, es nebuloso e irreal, nadie sabe dónde duerme y algunos dicen que no lo hace. Las acciones de la trama pudieran haberse desarrollado sin esta figura, pero es precisamente el vacío de la presencia lo que le otorga a la novela un halo de misterio, el poder se percibe a través del miedo y la zalamería de los otros personajes. Todo sucede, todos reaccionan en torno a esa ausencia tratando de adivinar lo que hará para adelantarse a sus deseos o sus amenazas.


Asturias no pretende señalar los peligros de las dictaduras, la novela no es moralizante ni deja una enseñanza explícita, pero el lector inteligente relaciona y analiza. El autor se vale de todo tipo de actos, hay conspiraciones, intrigas, violencia, exilio y hasta una boda para mostrar el fenómeno. En la novela de Asturias, Esopo está condenado al ostracismo: no hay enseñanzas morales, la realidad se hace literatura pero no se desnaturaliza. Se inscribe en la estética de la dictadura, donde el espacio para finales felices es prácticamente inexistente [...]


No es la única novela que indaga en esta estética, varias obras valiosas de nuestro continente nos lo ilustran. Además de Asturias, Augusto Roa Bastos escribe desde la putrefacción de su personaje principal en Yo, el Supremo; Gabriel García Márquez aborda la gerontocracia en El otoño del Patriarca; Alejo Carpentier nos presenta a un dictador positivista, casi intelectual de vanguardia, en El recurso del método; Tomás Eloy Martínez pretende desmitificar y reinventar al presidente populista en La novela de Perón, Mario Vargas Llosa hace una trenza con las líneas narrativas de La fiesta del chivo; en la novela casi desconocida de René Depestre se describe al casi desconocido Papa Doc, en El palo ensebado. (En este caso es correcto ensebado, no encebado)


La literatura se ensucia de sangre, corrupción y muerte: el espacio real y concreto en que ha crecido la vida, donde apenas florece la libertad. Y se escribe estéticamente desde realidades horrendas y tragicómicas. Cómo no hacer literatura sobre estos temas si la historia misma tiene visos fantásticos. Recordemos a Antonio López de Santa Anna quien ocupó la Presidencia de México seis veces; él perdió una pierna durante la Guerra de los Pasteles en 1838, posteriormente la paseó por el país y le rindió honores, todo con el fin de ganar las siguientes elecciones. Con estas realidades históricas, casi surrealistas, la tentación de literaturizarlas es enorme. Y si el resultado tiene valores estéticos, grandioso" 

Outras referencias: 



"En primer lugar si hablamos de Asturias, tenemos que hacer resaltar la corriente del "realismo mágico" ·a la cual pertenece el guatemalteco, lo mismo que el cubano Alejo Carpentier y el cuentista centroamericano Salarnué. Estos tres describen la realidad hispanoamericana en una forma que trasciende a épocas remotas, y al trascender esa realidad actual se presenta entonces como especie de mito basado en leyendas pasadas, en culturas antiguas, en ceremonias practicadas por nuestros indios aztecas y mayas, en preexorcismos rituales acompañados de creencias y bailes exóticos, ruidos de instrumentos indígenas y visiones tenebrosas de ultratumba [...]

Es esta mezcla de lo europeo-americano lo que le ha encantado al público europeo que lee la obra de Asturias, especie de mago que con sumo cuidado entrelaza la realidad con el mito, el sueño con la vigilia, la historia con la leyenda, la magia con la medicina, la realidad circundante con el ensueño dándonos la sensación de tener un fondo común con todos los pueblos de la tierra, cuando inconscientemente y bajo diversos estados dejamos oír gritos o alaridos que nos identifican con la madre naturaleza, no importa el lugar donde nos encontremos. 

La técnica empleada en El señor presidente es surrealista, y el tema social: una de tantas dictaduras de nuestros países de Hispanoamérica, en este caso la de Estrada Cabrera en Guatemala pero por extensión la de cualquier país más allá del Río Grande, donde el que preside la cosa pública aparece como sumo benefactor, benemérito y padre de la patria, cuando en realidad es el hombre más indigno de ella, es el rapaz más curtido, es el hombre sin escrúpulos y de una especie de crueldad refinada que no escatima esfuerzos malévolos para lograr éxitos personales. En esta obra lo observamos deleitándose al ver sufrir a sus inocentes ciudadanos, como una especie de sádico que controla las riendas del poder, como un verdadero sicopático. 

¿Cuál será el personaje principal en esta novela? Por eliminación podemos decir que no es El Señor Presidente, ni su protegido, Cara de Ángel, ni otros personajes secundarios como el general Canales, El Pelele, Genaro Rodas, la Niña Fedina y otros más: el verdadero protagonista es la maldad.

Observemos cómo en esta novela todos los personajes se van construyendo a base de destrucciones: [...] sus personajes determinan su no ser, no su ser [...]

La obra está dividida en tres partes: la primera parte comprende tres días (21, 22 y 23 de abril), la segunda parte (24, 25, 26 y 27 de abril) y la tercera parte no tiene tiempo definido, fluye, corre, se pierde la noción del tiempo. ¿Por qué se pierde esta noción del tiempo? Porque ya en la tercera parte la dictadura está afianzada, ya nadie la puede derrotar, ya esos sufrimientos que parecían temporales los acepta el pueblo ahora con resignación, cruzados de brazos ante el Máximo Mal, hasta que de pronto llegue su muerte y venga otro peor, y otro peor, y otro peor... ¿Y qué refleja esta repetición de personajes y de temas? Refleja la historia de nuestros países, con su pasado remoto hasta nuestros días desde la época colonial del tirano Lope de Aguirre hasta la época actual de los Somoza y de otros tantos que continúan viviendo gracias al desvivir, al aniquilamiento de otra gente [...]" 

Emilio R. Báez Rivera, "Cara de Ángel y Camila: una atípica historia de amor en El Señor Presidente a través del prisma de El Cantar de los Cantares"
"[...]convengamos en que la concepción de un idilio desde las coordena- das del Cantar —esto es, sensualmente festivo— en las amargas páginas de El Señor Presidente responde principalmente a dos propósitos opuestos que se autocancelan: por un lado, la transformatio del verdugo presidencial en benefactor-amante; por otro, la reductio ad finis de cualquier posibilidad de redención de los personajes sumidos en el mundo descompuesto de una república gobernada por Satanás. Fallar al Señor Presidente comporta un delito punible con la pena capital: la muerte. El más mínimo desliz en la supervisada labor de los tentáculos de Su Excelencia no admitiría posibilidad de repetición, por cuanto ya habría sido extirpada la extremidad negligente. Y negligente sería quien, al servicio de “tan buen señor”, errara en caer preso en la mirada de una mujer, porque dentro de la república que recrea Asturias no hay espacio para idealistas que se enamoran, sino para sementales que fecundan a su antojo por la razón y por la fuerza, nunca por el corazón"

Jesús Gómez-de-Tejada, "El poder en El señor Presidente: límites y mecanismos
"Una primera lectura de la novela de Miguel Ángel Asturias puede dar la impresión de que son varios los acontecimientos y hechos que escapan al control de los fatales hilos de poder manejados con impiedad e impunidad por el dictador protagonista –aunque no lo nombra, el guatemalteco Estrada Cabrera, según se acepta unánimemente–1. Ello puede posibilitar que el lector extraiga una visión según la cual es un orden caótico el que decide los destinos de los seres a los que la narración da vida. Sin embargo, aunque la casualidad o el azar alcancen en la obra un cierto nivel de importancia, no hay que obviar que la mayor parte de los acontecimientos y hechos que se cuentan parte originaria y directamente de la voluntad del déspota que adquiere carácter de designio divino".


Caridad L. Silva de Velázquez, "Desarrollo y función del paralelo político-religioso en El señor Presidente.
"El señor Presidente ha sido calificada por la crítica, como novela política.2 Indudablemente, cualquier lector de El señor Presidente coincide con esta opinión, ya que la novela toda constituye una acerba denuncia de las dic­ taduras latinoamericanas como sistemas políticos de opre­ sión e injusticia.
Creemos, sin embargo, que el énfasis otorgado por los críticos al carácter político de esta novela soslaya la impor­ tancia de un aspecto que constituye el cincuenta por ciento de su temática, y sin cuya apreciación se hace muy difícil entender a cabalidad el mensaje presentado por Asturias en El señor Presidente. Nos referimos al tema religioso [...]


La novela queda perfectamente encuadrada dentro del paralelo político-religioso mediante el uso de dos perso­najes secundarios: el estudiante y el sacristán. Ambos aparecen tres veces en la narración: al principio, hacia el centro y en el epílogo de la novela. En la primera ocasión, el estudiante y el sacristán se encuentran presos, el uno por motivos políticos y el otro por una equivocación. El sacristán representa el elemento popular ignorante y acostumbrado a respetar al poder superior. El estudiante encarna la mentalidad revolucionaria [...]"


V isto desde la perspectiva del paralelo político-religioso, podemos entender cómo forma y contenido se conjugan, haciendo posible que el mensaje de la novela adquiera su máximo significado. No se trata simplemente de poner en evidencia la corrupción moral de un modo de gobierno ;El señor Presidente denuncia la mentalidad dogmática de todo un pueblo—vestigios de los tiempos de la Conquista— que hace posible el intercambio y confusión de conceptos ajenos, política y religión, deformando así la aportación positiva que tanto la política como la religión pudieran hacer a la sociedad".

Martin Zerlang, "Miguel Ángel Asturias como arquitecto literario en Leyendas de Guatemala y El Señor Presidente"
"El contraste entre casa y calle también es el contraste entre estático y dinámico, y aunque Camila perciba la dinámica de la calle negativamente, la dinámica y el movimiento, en el sistema superior de contrastes de Asturias son, no obstante, valores positivos. En El señor Presidente, es evidente que el autor opera en realidad con dos visiones de la ciudad. Por una parte, la ciudad como una cárcel que se cierra alrededor de cada cual, y por otra parte, la ciudad como refugio, donde se resiste contra los intentos del Presidente de someter a la ciudad y destruir todo sentimiento humano. Se puede decir que en el momento en que las personas han sido deshumanizadas como marionetas, ya solo las calles de la ciudad, con sus movimientos, representan lo humano" 

Relación vida e obra: Juan Antonio Rosado, "Miguel Ángel Asturias: vocero de su tribu"
"[...] Nacido un año después de la llegada al poder del dictador Manuel Estrada Cabrera, que "gobernó" durante 22 años, de 1898 a 1920, e hijo de un juez y de una maestra de es- cuela, Asturias sintió la bota invisible del terror desde su nacimiento. Creció con la dictadura y con la voz aprendió a enfrentarla. Sobre el dictador, afirma Rafael Arévalo Martínez en ¡Ecce Pericles!: "Don Manuel, físicamente, no causaba una impresión desagradable, salvo cuando hablaba, porque su voz de timbre metálico era inarmoniosa, y cuando movía las manos, porque éstas más que tales parecían garras." Pero la voz del juez Asturias,como después la de su hijo,se opuso a la del tirano. Durante los primeros años del siglo se llevaran a cabo protestas estudiantiles, ante las cuales el dictador esperaba que el padre de Miguel Ángel tomara medidas. La policía encarcelaba estudiantes, pero el juez los liberaba. Estrada lo llamó y le preguntó por qué lo hacía. "Porque no había ningún delito", respondió. La voz del juez fue opacada por el "timbre metálico" y así el padre del escritor perdió su puesto. "También a mi madre le quitaron los cursos -afirma Asturias en una entrevista de Luis Harss. Tuvieron que dejar la capital y mudarse ... a la ciudad de Salamá." Allí el niño a menudo visitaba el campo, donde su abuelo, el coronel Gabino Gómez, tenía una propiedad [...]"
"El Señor Presidente es un texto vanguardista, no según la modalidad euro­ pea, sino según la vertiente híbrida surgida en América Latina. La novela utiliza recursos y estrategias discursivas del surrealismo para redimensionar las experiencias subjetivas de unos personajes envueltos por la atmósfera pesadillesca y demoníaca de la dictadura. Como texto híbrido mezcla lo ajeno (vanguardias europeas y cristianismo) y lo propio (cultura maya-qui­ ché); y su confluencia posibilita la colisión de tres estéticas: la corriente realista (realismo y regionalismo), el mundo animista maya-quiché y las vanguardias (surrealismo) [...]


Por esta razón es fácil descubrir que en Asturias el lenguaje construye una realidad muy distinta en la que se fusionan y desapare­ cen los límites entre la ficción y la realidad, entre las experiencias oníricas y las experiencias reales, entre el mundo interior y el mundo exterior. Sus textos resumen, definen y plantean la coexistencia de los mundos indígena y ladino, lo real y lo maravilloso. Ocurre una pérdida del principio de identidad; todo parece salir de sí mismo y transformarse en algo próximo o en su contrario: la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, lo claro y lo oscuro, la realidad y el sueño dejan de ser contradictorios. Nos sumergimos en un collage estético y estilístico que atrapa todas las realidades en una sola a través del idioma; ese idioma múltiple materializa la herencia hispánica y los giros propios de la tradición oral popular guatemalteca, remozada y recreada por el autor desde las nuevas técnicas surrealistas, y le otor­ ga una connotación absolutamente ritual a su propio lenguaje. Astu­rias somete la lengua a múltiples procesos destructivos y constructi­vos para hacer aparecer nuevas palabras que provocan deleite sonoro-musical y semántico en el lector. Este nuevo lenguaje queda con frecuencia distorsionado, porque la fusión de los elementos inte­ grantes no se ejecuta desde la razón sino desde una experiencia oníri­ca, subjetiva, alucinante y mágica [...]"

María Cristina Villarmea Álvarez, "Teatro de Marionetas: la influencia de Valle Inclán en El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias

Giuseppe Bellini, "Mito e indigenismo en Miguel Ángel Asturias"
"[...] Como siempre, o casi siempre, la protesta de Asturias en implícita: con la conquista la evangelización del indígena el novelista denuncia la orfandad en que los eventos históricos lo han dejado. Enalteciendo la dimensión cultural gica de su mundo Asturias le da dignidad permanente. El lector de sus novelas, de toda su obra, incluso su teatro, donde el personaje mítico es el Padre las Casas -véase La Audiencia de los Confines- tendrá siempre presente una categoría exaltante del indígena guatemalteco de su mundo, acentuará la grandeza dela injusticia. Asturias no elabora ideologías, «endiosa», según su expresión, las cosas, como es propio del artista. No le pidamos peras al olmo: al artista pidámosle una creación valedera una adhesión sincera a la condición del hombre. Es lo que Asturias nos ha dado ha demostrado constantemente, junto con una gran pasión por su tierra".

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